lunes, 24 de febrero de 2014

una de teatro

Un bar. Años setenta. Cinco personajes: un actor de medio pelo, un soldado que ha estado en Vietnam, una actriz que quiere ser como Marilyn Monroe y acaba prostituyéndose, una secretaria nostálgica de Kennedy y una activista que está en todas las luchas pero sólo recibe palos de la policía.
Es la obra de teatro que he ido a ver, Los Hijos de Kennedy. Refleja una generación desencantada que nació con la victoria de J.F.K pero se vió truncada un 22 de noviembre de 1963.
Cinco monólogos en un bar,donde no hay un hilo conductor, cada uno lanza su discurso al aire; personajes en algunos momentos estereotipados, pero que claramente reflejan una generación decepcionada, desilusionada. 

José María Pou, director de la obra, se ayuda de imágenes del asesinato de kennedy, de las revueltas estudiantiles, de los discursos de Luther King, etc, y también de música, Jimi Hendrix, Dylan... para mostrarnos el fin de la ilusión por lograr un estado de cosas distintas. Una década después, los herederos de esos años recogen la amarga cosecha del desencanto.

Falta de la obra un hilo conductor, son monólogos muy bien defendidos por los actores, sobre todo el actor gay representado por Fernando Cayo, pero te quedas con la sensación de que no hay comienzo ni final, sólo declaraciones. Me gustó el personaje de la secretaria, que se quedó en el día que asesinaron a Kennedy pero tal vez sea el único personaje que hace de nudo. Al fin y al cabo, qué mejor lugar que un bar para declarar los ideales de uno. Es la mejor elección, aunque en algún momento te aburra tanto cliché y estereotipo.

Me gustó. Recomendable. 


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