viernes, 28 de octubre de 2016

una entrada lenta

En una sociedad donde reina la inmediatez es un lujo conocer gente lenta en sus movimientos, tomándose la vida con calma. Para qué las prisas, si las cosas que tienen que ocurrir van a llegar. Y si no tienen que suceder, ¿nos vamos a llevar un sofocón? no merece la pena.

Me declaro persona lenta en el camino de esta existencia. Esa lentitud me permite ser reflexiva y escuchante para disfrutar al máximo de cada porción breve de tiempo, porque cada cucharada de lentitud es un soplo de frescura ante esta sociedad de prisas y apremios.

¿No tendríamos que reivindicar más la lentitud? y hablo de esa lentitud de movimiento en las actividades más cotidianas de nuestras vidas: el café mañanero, la compra en la tienda, el caminar por las calles, etc. Pero también existe lentitud en la acción; en ese objetivo que nos hemos planteado; en el trabajo diario o incluso en algún compromiso. Aquí claro, entendiendo lento como algo hecho con esmero, atención y sumo interés.

Tal vez sea complicado entender que una vida en lentitud es plausible cuando estamos rodeados de continuos compromisos, obligaciones y esparcimientos, intentando maximizarlos dentro de una variable fija, como es el tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario