miércoles, 15 de junio de 2016

Carta abierta a Laura R.

Como dice tu columna de opinión, yo también quiero votar a la izquierda. Esa izquierda que mira por el bien común, por el acceso a la educación,  por una buena sanidad y por avanzar en la investigación para el bienestar de los ciudadanos. La izquierda del librepensamiento, del respeto y la educación. La que lucha por las desigualdades y tiende la mano al que necesita ayuda cuando las cosas vienen mal. La que es crítica pero no enemiga, que huye de los sectarismos y partidismo. La que mira por el individuo en todas sus libertades. Esa izquierda sin banderas ni símbolos; ni -ista, ni -ismo. Una izquierda que construye y republicana.
A diferencia de ti, Laura, esa izquierda hace muchos años que no la siento ni palpo. Te conviertes en un náufrago nadando en un mar donde simpatizas con alguna corriente, o por el devenir de las circunstancias ansías un cambio.

Comprendo que es muy duro renegar de tantas cosas por las que has luchado y su simbología. Y no basta con el corazón, habrás tragado lo tuyo. 

Yo en cambio, soy náufraga independiente que simpaticé con una izquierda distinta a la que yo siento. Quería que las cosas cambiasen. En mi naufragio acabé en tu ciudad, donde como espectadora contemplé el trabajo del actual Alcalde cuando estaba en la oposición; sin estridencias, preocupado de los temas locales, de la ciudad. Me alegré por su victoria. Hombre de palabra en la bajada del sueldo. La honradez viene de serie.

Pero esa izquierda renegada que reivindicas con mucho corazón en tu columna no me la creo y creo que tú tampoco te la crees. No me la creo porque es decepcionante ver que ya no se acuerdan de aquellos que lo están pasando mal, de los desahucios, de la ley electoral, de retirar las prebendas de los políticos. De la casta. Hasta la república ha desaparecido. Sus actitudes en algunos Ayuntamientos son parecidas a los "viejos partidos" que criticaban. Se mueven en la ambigüedad y en la polarización. No son constructivos, tienen mucho resentimiento.

Laura, no encuentras la palabra en ninguna parte porque no es izquierda. 

Mi alma de izquierdas seguirá naufragando, junto a tantas otras. Pero no abrazará un corazón resentido y oscuro.
Guardo en mi corazón vivo, alegre y curioso los maravillosos momentos que viví en esa ciudad. El olor de sus calles, el color de sus tejados y la buena gente que conocí. 

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