jueves, 29 de septiembre de 2016

fin del...

Da la sensación de que el teatro está llegando a su fin. Cuando digo teatro, me refiero a la exposición patética de los políticos actuales que ocupan su escaño en la Cortes Generales, Congreso y Senado. Se ha demostrado que a ninguno le importa mucho los "problemas" que llenaban sus bocas en sus grandes mítines y asambleas. Es más, en sus agendas está como prioritario que golpe de efecto a hacer para caer a su "compañero" de viaje o amonestarle en las redes donde las noticias vuelan y se engullen (no creo que muchos mastiquen las palabras) e incluso echar a ese compañero del alma con una sonrisa de la misma manera que aquellos que criticaban.

A mi se me hacía soporífero este teatro y más cuando el guión era tan vacío en contenido y los actores pésimos. Los viejos porque están muy vistos y oídos y los nuevos porque se gustan cuando hablan, haciendo analísis políticos de otros partidos pero sin haber hecho nada de lo que tanto hablaban en las asambleas. Es más, ya no hablan de las prebendas de los diputados y senadores. ¿Alguno ha renunciado al sueldo después de varios meses sin gobierno? Qué habrían dicho si no estuvieran en el escaño.

Y hoy, parece que el mundo se acaba con Pedro. Cuánto drama para justificar sus Comités, sus Direcciones y Ejecutivas. Mostrando el coso partidista político donde viven esas gentes tan preocupadas por el ciudadano y por el país o municipio al que están tan comprometidos. Hoy nos han enseñado lo que muchos sabíamos, que es una jauría donde las envidias, la codicia y la vanidad conviven de igual a igual con esas gentes. Sí, es triste pensar que los que sí miran por el bien común nunca llegaran a puestos de responsabilidad.

Esto pasa todos los días en cualquier partido político. En los nuevos también. Las luchas internas es el pan de cada día de aquellos que desean el poder y sus correligionarios porque sólo buscan su interés, el particular.

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