lunes, 26 de septiembre de 2016

ocho peregrinos

En el viaje en coche de camino "al pueblo", ya en los últimos kilómetros, coincidiendo con el Camino de Santiago, jugamos a adivinar el número de peregrinos con los que nos vamos a cruzar.
En el desvío que nos adentra en "la vía láctea"; con voz clara y en alto vamos diciendo el número. "Cien" empezó mi sobrino pequeño. "¡Hala!" contestamos todos al unísono. "Y al final ganará, es un suertudo", dijo su hermano. "Ocho", "veintidós", "veintisiete", "treinta y cinco". 18 kilómetros por delante contando peregrinos; alguno parado contemplando el paisaje; otros sentados en el poyo de alguna casa manteniendo una conversación; uno descansando bajo un pequeño árbol; en bicicleta; la mayoría caminando ayudándose de un cayado. Con mochila, sin ella; en grupo, sólo. De repente, a mitad del trayecto, divisamos un grupo de adolescentes haciendo el camino, era una excursión. El número empezó a subir a pasos agigantados rozando los cien. Una vez más mi sobrino pequeño había ganado el juego de ¿cuántos peregrinos nos encontraremos hoy?
Cuando llegamos a destino contabilizamos unos ciento veinticinco. Era la una y cuarto de la tarde.

Hace unas semanas, un amigo me comentó que había leído que los peregrinos evitan la provincia de Palencia porque no les parece atractiva, sino todo lo contrario; muy pesada e interminable, con paisajes llanos y secos. No me lo creí mucho porque no dejo de ver peregrinos en mis escapadas al pueblo y además, con la cantidad de arte e historia que hay por esas tierras ¡qué peregrino querría perdérselo!
Lo que no sé es si este comentario tuvo algo que ver con mi decisión de decir ocho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario