miércoles, 18 de noviembre de 2015

de soñadores e ingenuos

Decía Oscar Wilde que Nada se parece tanto a la ingenuidad como el atrevimiento.

Será porque ¿una persona ingenua no tiene doblez y es candorosa, y se atreve sin sospechar los resultados?
Partamos de su origen etimológico:
Ingenuo viene del latín ingenuus; natural, nativo, indígena; nacido de padres libres, libre; decoroso; digno, ingenuo, sincero, veraz.
Visto así, un ingenuo es una persona desinteresada en mentir, es inhábil para sospechar y emplear malicia, lo que se podría decir una persona sincera. En sus orígenes tenía una significado positivo.
Pero ¿por qué en nuestros tiempos lo utilizamos de manera peyorativa? siempre que hablamos de ingenuo y sus derivados nos referimos a tonto.

Tan poco valor tiene la sinceridad en los tiempos que corren que desvirtuamos las palabras cuyo origen etimológico tiene ese significado. 

¿Acaso tenemos miedo a la sinceridad? me temo que sí, o esas son mis experiencias. Yo seguiré siendo ingenua, atreviéndome a manifestar, siempre con respeto, mis dudas, emociones, expectativas...Pero ¿el interlocutor será igual de ingenuo?

Esta mañana he mantenido una conversación con una persona tan ingenua como yo. Aunque con matices, creo que ambos aún creemos en la fuerza de las palabras. Por eso nos atrevemos.

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