lunes, 2 de noviembre de 2015

hago mención

Me acuerdo estos días de una conversación que tuve hace poco con un compañero de trabajo. Me comentaba que conocía a un hombre que asistía a los entierros de personas que dejaban este mundo en soledad. Intentaba, cuando se enteraba, poder asistir al sepelio siempre que sus responsabilidades le dejaba. Un gesto que le honra.

Es muy duro que nadie se despida de uno cuando se deja este mundo. Me imagino el cuerpo yacente dentro de un ataúd de madera quebrada, junto con el enterrador y el ayudante. Un escueto rezo de un sacerdote. Santiguo y adiós a la vida terrenal.

Que existan personas que acompañen a un difunto, que poco o nada sabe de él,  para darle el último adiós, es algo que quiero hacer mención.

2 comentarios:

  1. Por desgracia, cada vez habrá más enterramientos de personas que mueren sola y que no tienen a nadie. La estructura familiar ha cambiado, nuestra España, no es un lugar especialmente cálido y a pesar de tener ciudades muy pobladas, la soledad es latente para miles de personas, en especial el caso de personas mayores.

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  2. La Soledad, mala compañera de viaje...
    Gracias por el comentario.

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