Esta tarde me he acercado a escuchar la conferencia "Del Tranvía al autobús, Historia de un Desencuentro", contextualizado, claro está, en la ciudad donde vivo.
El tranvía vió la luz en el siglo XIX, y aunque hay ciudades que lo conservan, como algo anecdótico-funcional e incluso tradicional, la mayoría no apostaron por élla. Aún así, ¿Quién no se ha montado en el tranvía cuando ha viajado a Lisboa? y no sé vosotros, pero me encantaría conocer la ciudad de San Francisco de tranvía en tranvía.
La conferencia ha sido interesante y me ha descubierto como eran los primeros tranvías, las calles que recorría, sus primeras líneas..., con imágenes incluidas, pero lo que más me ha sorprendido ha sido el ambiente que se respiraba en la sala.
Me explico: he llegado bastante pronto al lugar de la conferencia y de repente, el ponente, el interlocutor era un conocido mío, sin yo saberlo. Cuando pregunté por la sala levantó la vista y me dijo: "Cristina, soy yo el de la conferencia". Me llevé una sorpresa pero cuando descubro que los trabajadores del lugar le conocían bastante y el público, la mayoría con una edad avanzada, manifestaban ser sus mayores fans. Mi grata sorpresa paso a una alegría y sonrisa continua viendo como los trabajadores iban saludando por su nombre a cada persona que entraba en la sala, como si fueran una pequeña familia. Incluso Isidro, el conferenciante, ¡conocía a la mayoría! y no eran familiares, no...son los asiduos de este tipo de actividades.
Ya en la conferencia, en el turno de preguntas, uno de sus fans le ha cantado un trozo de canción que entonaban cuando en el año 1956 cogían el autobús y éste estaba en un estado tan lamentable que temían por su vida. ¡Qué vozarrón! y ¡Qué risas! Todos sus fans se han acercado a despedirse hasta la siguiente, el próximo martes. Y es que, como me dijo la chica de recepción: "abrimos a menos cuarto, hoy habrá bastante gente pero ya te darás cuenta que somos una gran familia", y ¡vaya que lo son! pero creo que les ha alegrado ver una cara nueva.
La conferencia ha sido interesante y me ha descubierto como eran los primeros tranvías, las calles que recorría, sus primeras líneas..., con imágenes incluidas, pero lo que más me ha sorprendido ha sido el ambiente que se respiraba en la sala.
Me explico: he llegado bastante pronto al lugar de la conferencia y de repente, el ponente, el interlocutor era un conocido mío, sin yo saberlo. Cuando pregunté por la sala levantó la vista y me dijo: "Cristina, soy yo el de la conferencia". Me llevé una sorpresa pero cuando descubro que los trabajadores del lugar le conocían bastante y el público, la mayoría con una edad avanzada, manifestaban ser sus mayores fans. Mi grata sorpresa paso a una alegría y sonrisa continua viendo como los trabajadores iban saludando por su nombre a cada persona que entraba en la sala, como si fueran una pequeña familia. Incluso Isidro, el conferenciante, ¡conocía a la mayoría! y no eran familiares, no...son los asiduos de este tipo de actividades.
Ya en la conferencia, en el turno de preguntas, uno de sus fans le ha cantado un trozo de canción que entonaban cuando en el año 1956 cogían el autobús y éste estaba en un estado tan lamentable que temían por su vida. ¡Qué vozarrón! y ¡Qué risas! Todos sus fans se han acercado a despedirse hasta la siguiente, el próximo martes. Y es que, como me dijo la chica de recepción: "abrimos a menos cuarto, hoy habrá bastante gente pero ya te darás cuenta que somos una gran familia", y ¡vaya que lo son! pero creo que les ha alegrado ver una cara nueva.
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