Echo la vista atrás en mi blog, noviembre de 2014, y me encuentro con Pablo y Alberto. No han pasado ni dos años pero como ha cambiado mi percepción de ambos. Sigo pensando que los dos comparten las mismas teorías económicas y sociales, como decía en esa entrada y se parecen más de lo que nos hacían pensar. Pero creo que fui demasiado generosa en considerarles muy válidos y en pensar que buscaban soluciones.
Desde las últimas elecciones municipales, mayo de 2015, mi descontento ha ido in crescendo, primero con Pablo y últimamente también con Alberto.
Al primero le queda bastante grande el puesto; es un populachero sin programa, programa, programa (sólo me pasa a mí, pero ¿hablan del programa?), y el segundo se ha vendido por un puñado de escaños, ¡qué tendrán los tentáculos que arañan el poder!
Somos muchos los que nos sentimos náufragos de la izquierda. En algún momento hemos abrazado con alegría la música que tocaban, pero viéndoles danzar, preferimos refugiarnos en una isla desierta, aunque la realidad nos muestre que esa isla cada día esté más masificada.
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