miércoles, 16 de noviembre de 2016

Concejal del Silencio

A la salida del colegio me dijo mi sobrino que le habían elegido Alcalde de su clase. "Anda, te han elegido Alcalde", le dije con sorpresa. " ¿Y eso? ¿Ahora se elige Alcalde?" pensé en alto. "En mi época elegíamos Delegado" - le comenté, "y ¿qué tal? ¿estás contento?" - pregunté mientras le felicitaba con un fuerte abrazo. Me contestó con un movimiento de hombros aunque una sonrisa se dibujó en su cara, vergonzosa pero también de satisfacción.
"Ha tenido que elegir Concejales" - me explicó su hermano. "¡¿Concejales?!" - exclamé preguntando. "Sí", - rió mi sobrino. "Está el Concejal de la Limpieza; el de las tareas; y el del Silencio" me contó el Alcalde-sobrino. Así estuvo todo el trayecto, hablando del nuevo cargo que tenía, mientras su hermano y yo no dejábamos de hacerle chanzas con cariño.

De todo lo que me contó me quedé con lo de Concejal del Silencio. Qué bueno pero también sorprendente, ¿no os lo parece? Normal, una clase llena de niños con ganas de hablar, jugar y explayarse, una persona que marque el silencio es muy importante. Competencia impopular con solo siete años. "Habla mucho, por eso la he elegido como concejala" me dijo. Encima, con humor. Va a ser un buen Alcalde. El humor es importante en la vida.

Abogo por trasladar esta competencia, la del Silencio, a la politíca nacional, sobre todo. Estaría bien un cargo "del silencio"; con la única facultad de marcar un silencio obligado entre los políticos. Al contrario que en la clase de mi sobrino, donde se pide silencio a los alumnos, en este caso el pueblo demandaría silencio a sus gobernantes.

No sé si ese tiempo lo emplearían en buscar soluciones a los problemas reales de los ciudadanos, pero ¿y lo que descansaríamos?

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