domingo, 23 de noviembre de 2014

Pablo y Alberto

Dos jóvenes pertenecientes a la generación más preparada que ha tenido España son Pablo y Alberto. Ambos con inquietudes políticas, uno se afilió al partido mientras estudiaba Económicas cuando se dio cuenta de que algo no funcionaba en la sociedad y pensó que la mejor manera de ayudar al ciudadano era afiliándose al partido (lo escuché en una entrevista que le hicieron); por el contrario, el otro ha mamado la política desde muy pequeño, tanto que es doctor en ciencias políticas, y yendo a programas de televisión se convirtió en el medio para denunciar el hartazgo de una ciudadanía y las tropelías de un "grupo selectivo"; éste sin embargo hizo lo que le pedían desde "sectores críticos": "si queréis jugar la partida montad un partido" y eso es lo que hizo, con resultados que casi todos conocemos.

Pablo y Alberto se parecen y no se asemejan. Mucho de su ideario político y de la forma de concebir la sociedad es muy parecida. No se asemejan en que uno está dentro del juego político, como diputado, en un partido que aunque no sea muy responsable de las corruptelas que continuamente vemos y leemos porque nunca han gobernado este país, han mirado hacia otro lado en Ayuntamientos, Diputaciones y Comunidades Autónomas; cosa que no tiene culpa este joven muchacho, acaba de aterrizar hace nada. En cambio el otro entra en el sistema aceptando las reglas de juego con un partido donde la voz del pueblo es su mayor escudo.

Ambos son tranquilos en sus exposiciones. Uno es más vehemente que otro, es más, tanto se cree lo que dice que te provoca dos sentimientos encontrados; por un lado ilusión porque quieres otro modelo de sociedad, pero por otro lado, tanta seguridad en sus convicciones, ups...la duda en algunos momentos me gusta. El otro habla pausadamente, te puede convencer sus explicaciones pero te gustaría que fuera más contundente y te "despertara"; una voz monocorde puede adormecer.

Pablo y Alberto aunque piensen políticamente muy parecido no caen igual de bien en los medios de comunicación. Uno es un demonio, es "populismo" (palabra que no está contemplada en la RAE) elevado a la n-ésima potencia, trae viejas teorías económicas que "han demostrado no servir para nada" (es lo que ellos dicen); en cambio el otro, cae mejor, la prensa le trata muy distinto, es más, le muestran como el joven que puede traer cambios a este país. No olvidemos que el ideario político del joven diputado mama mucho de esas "teorías que han demostrado traer hambre y penurias al pueblo" (es lo que dicen). Pertenece al partido minoritario por excelencia, que nunca ha ganado las elecciones generales y que al poder establecido le gusta más porque tal vez ha visto que en ciertos lugares han sabido "controlarle", no olvidemos que los partidos son personas y que las personas se mueven por intereses.

Pablo y Alberto son tan iguales que su máxima preocupación es que las cosas cambien en este país: las puertas giratorias desaparezcan, la corrupción termine, una educación pública de calidad al igual que la sanidad...
Ambos son personas muy válidas; tienen conocimientos, están preparados, saben defenderse con argumentos, no insultan, respetan las reglas del juego. 
Seguramente estos meses quieran hacernos ver que mientras uno es paz el otro es revuelta; son los mismos entrevistadores pero con distintas preguntas. 
No son Caín y Abel, son dos muchachos que perciben la realidad de este país de igual manera y buscan darle solución y si les escuchas coinciden bastante.

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