domingo, 30 de noviembre de 2014

imaginación a primera hora de la mañana

¿Creamos vínculos con las personas que vemos todos los días de camino al trabajo o de vuelta a casa sin saber nada de ellos?
Me lo pregunto porque me ha pasado una cosa muy curiosa en mis "viajes" al trabajo. 
Tengo la suerte de que vivo cerca del curro y suelo ir andando a trabajar y aunque nuestros días son distintos y genuinos tienen su puntos de rutina y uno de ellos es la hora del trabajo. Salgo de casa todos los días sobre la misma hora, y mientras recorro los metros que separan el hogar de la obligación me encuentro con la misma gente, eso hace que cruce la primera mirada del día con la de ellos. Son parte de mi "rutina" y me alegra encontrármelos a esa hora intempestiva de la mañana; a la mujer que sale a correr y que últimamente nos sonreímos cuando nos vemos, el señor que viene de andar ¡vaya horas!, a las hermanas gemelas me las suelo encontrar en el semáforo y a la joven guapa que con sus vestiditos provoca que muchos giren la cabeza me la topo en el puente; luego están un par de hombres esperando el autobús, yo creo que trabajan en una fábrica que está a las afueras de la ciudad y ¡cómo no! también me suelo encontrar con compañeros del curro y a un muchacho que siempre cruzamos nuestras miradas cuando nos tropezamos, soltando una sonrisa tímida en alguna ocasión porque en cuanto nos miramos desviamos la mirada torpemente.
Cierto es que a estos "compañeros del camino al curro" nunca me les he encontrado fuera de esos metros, y lo prefiero, porque hacen más mágicas las mañanas al no saber nada de ellos y dar carta blanca a la imaginación,  ¡mola!. 
Hasta hace unos días que volviendo de la biblioteca con mi sobrino, me encontré con el muchacho de las mañanas. Nos miramos con sorpresa porque no era el lugar habitual de nuestros "encuentros" y tras vernos, sus ojos se posaron rápidamente en mi sobrino. 
Al día siguiente de camino al trabajo me encontré con él, como todas las mañanas, y su mirada no se cruzó con la mía, ni ese día, ni el siguiente...Desde nuestro "encuentro fortuito" fuera de nuestro hábitat no ha vuelto a cruzar su mirada con la mía. Yo sigo mirándole porque sus ojos azules forman parte del ritual de todas las mañanas pero qué curioso es el ser humano; tal vez nos imaginamos cosas que resultan ser ciertas y cuando nos topamos con elementos que no imaginábamos nuestro subconsciente las transforma en verdad.

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