miércoles, 27 de abril de 2016

SER

Era una habitual de la SER. Mi referente en cuanto a noticias, cultura, vanguardia, etc, durante mis años de adolescencia y juventud. Sus programas me han acompañado mientras estudiaba en casa o en la biblioteca, siempre con los "cascos" puestos. Tomarme el café en el bar con El País entre las manos y leer alguna que otra columna diferente, distinta. 
Las experiencias, la actitud ante la vida, los principios me fueron alejando de ella. Sigo sintonizándola para recibir la dosis de desinformación diaria (la misma que vomitan otras cadenas) y porque alguna sección de algún programa merece la pena. También para poder juzgar mejor ciertos escenarios que se van presentando.

Pero el desinterés por la Sociedad Española de Radiodifusión se debió sobre todo a la deriva periodística que ha ido tomando. Periodistas de la vieja escuela fueron relegados por jóvenes periodistas dispuestos a comerse el mundo, con palabras vacías y un discurso cambiante según marcaba el patrón o las circunstancias. Opinando como si crearan dogmas de fe y con un egocentrismo escondido en un halo de humildad, me empezaron a cansar. Tanto periodista mediocre y tertulia política maniquea, donde impera el interés particular y no el de informar, ha hecho que el periodismo, como lo concebía, muriese, llevándome a naufragar bien en la red, bien en otras cadenas minoritarias. 

@iescolar en su columna de hoy cuenta que J.L. Cebrián le ha echado de la Ser. Otro más en su lista de damnificados. Nada nuevo en Cebrián, lleva haciéndolo desde hace años, que le pregunten a los periodistas de El País.  Se le conoce.
A Escolar le leía al principio. Con el tiempo me ha ido cansando. Tertuliano en todas las tertulias. Un Cebrián en ciernes.

¿Qué nos queda ahora? me preguntó un compañero esta mañana ante la noticia . Mi blog, le contesté.

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